Este hostal se
encuentra a unos cinco minutos en línea recta desde la estación de tren de Aso.
Detrás hay una pastelería y está a poca distancia andando de un conbini Lawson y de
un restaurante. Por lo demás, poca cosa hay que hacer por la zona.
En la planta
baja está la recepción, la cocina, un aseo y la sala de estar. Los dormitorios,
habitaciones y cuarto de baño compartido se encuentran arriba. El precio es caro, para lo que ofrece. La habitación en la que estuve era tan pequeña, que casi no cabía mi equipaje, y las literas fueron incomodísimas y duras. Te hincabas todas las tablas en la espalda. Por ese precio, me he alojado en hoteles con desayuno bufé sencillito.
La verdad es que
tengo sentimientos muy encontrados con respecto a este alojamiento. Es un backpackers,
pero el ambiente que allí respiré no tenía nada que ver con un alojamiento
dedicado a este tipo de viajeros. Prácticamente no se podía hacer nada. El dueño
estaba a la que saltaba vigilándolo todo con mala cara, como si todo le molestara. De
tal modo que, cuando la gente estaba en la salita comiendo y hablando tranquilamente (sin alborotar, que quede claro, y a una hora más que normal), llegaba él y
cortaba el rollo con tanta vigilancia, y la gente se acababa yendo a su habitación
rápido. Con tanta obsesión... como cuadrando exactamente a la altura a la que habías colocado una cuchara que acababas de lavar, o haciendo como que no podía escuchar la música de jazz o de piano que había sonando a todas horas. No quiero generalizar y seguro que hay mucha gente que se lo ha pasado de puta madre aquí, pero yo sólo cuento mi experiencia. No tengo ningún otro objetivo.
Cuando no estaba él, estaba una mujer que se dedicaba a ir con un trapo detrás de ti limpiando todo
lo que habías tocado. Estaba esperando a que salieras del WC para limpiarlo, a que te
lavaras las manos para ir corriendo con la bayeta a limpiar el lavabo, a que
salieras de la ducha para meter la cabeza y observar si te habías dejado alguna gota…
Es increíble. Todos los que estábamos allí alojados nos mirábamos con unas
caras…
Cuando no
estaban ninguno de los dos, sentías su presencia. Porque, nada más bajar las
escaleras, notabas como las cámaras de seguridad que hay por todos lados se iban girando y siguiéndote. Llegaba a ser maniático. Si no se fían de los clientes, o
les incomoda su presencia, que no pongan un hostal. Es como si estuvieran todo
el rato esperando que los alojados fueran a hacer algo malo.
Bueno, ya lo anuncian en su web...
De hecho, se
fían tan poco de los clientes, que ha sido el único alojamiento de todos los
que he estado en Japón en mi vida, en los que he tenido que pagar una señal por
adelantado meses antes de mi visita. Y si veis las normas, también son curiosas.
Por ejemplo, que si vas con niños menores de 10 años se deben alojar en una
habitación privada (hasta ahí normal), pero que sean de la edad que sean, van a
contar como adultos a la hora de pagar. Las toallas las alquilan a 100 yenes (algo normal en algunos hostales).
La hora del check
in es excesivamente tarde: las 16’00. ¡Si en Japón casi es ya de noche a esa
hora! Yo llegué en el primer autobús de Kurokawa Onsen, fui allí a dejar la
mochila y me encontré todo solo. Había un cartel que decía donde tenías que
meter tu equipaje y dejarlo allí. En ese momento me sorprendió que no hubiera
vigilancia ninguna para dejar las cosas allí, pero es que aún no sabía de la
existencia de tanta camarica. Seguramente, el dueño ya sabía de sobra que había
entrado y lo que estaba haciendo.
A las 16:00,
harta ya de dar vueltas por un pueblo que se ve en media hora, llegué al
hostal. Entré y coloqué mis zapatos en una salita que tienen justo antes de la
puerta principal. El sitio es muy pequeño y todo apestaba a pies de un modo
increíble. De hecho, las veces que la gente se tenía que volver a calzar,
corrían a coger sus zapatos y salían descalzos a la puerta a ponérselos.
Con las chanclas
entré a recepción y ahí la tuve con el dueño. Me pidió que pagara ya el resto
que me quedaba por pagar de la habitación. Exigiéndomelo, como si yo no quisiera
habérselo pagado antes. Yo tan sólo había entrado y lo había saludado.
Le dije que sí
y saqué la tarjeta de crédito. Me contestó que no aceptaban ninguna tarjeta para
pagar. Le dije que había elegido expresamente ese alojamiento y no otro semejante
en la ciudad, porque en las condiciones de booking.com ponía que sí. Me dijo
que eso no era cierto, que me lo estaba inventando. Le enseñé mi reserva en japonés y en inglés, y ahí
estaba:
Me dijo con
muchísima antipatía que era cierto, pero que se habría confundido al
escribirlo. Enfadada ya con tanta soberbia le contesté que no tenía dinero en
efectivo para pagar y me respondió que fuera a un cajero a sacarlo. Y que, si no
pagaba por adelantado, que no me daba la habitación y que perdía la señal. Le
dije que no quería sacar dinero del cajero porque mi banco me cobraba mucha
comisión y me respondió intentando reírse que ése no era su problema.
Asqueada del
mal trato recibido, me fui y busqué en internet otro lugar para alojarme. Todo completo.
Decepcionada, saqué dinero y le pagué. Me dijo cuál era mi habitación y ni
siquiera me ayudó con el equipaje. Iba cargada y parecía que estaba disfrutando
de verme con tanto bártulo subir las estrechas escaleras.
Al llegar a la
habitación, me enseñó cómo funcionaba el aire acondicionado y me insistió en
que lo tenía que poner en modo eco, que si no, gastaba mucho. Es más, a la
media hora o así, vino a la habitación a ver si tenía algún problema y si todo
era de mi agrado (según él). Pero nadie me quita de la cabeza que viniera para
vigilar que el aire estaba en modo eco, porque antes de irse, cogió el mando y
miró los botones.
En medio del
pasillo están los lavabos, al lado están las duchas y detrás están los WC. Intimidad
no tienes ninguna, porque estás en medio del pasillo. Pero, bueno, así te
podrán vigilar mejor.
Esto es el pasillo del piso de arriba, las puertas de en frente son las de las habitaciones.
Pasé dos días
allí súper agobiada de tanta vigilancia y desconfianza. Lo único bueno que puedo
decir del sitio, es que estaba limpio y era tranquilo. ¿Lo elegiría otra vez
para alojarme? Ni de coña.
Precio por dos
noches: ¥12.000 (93€ aprox.)
ASO BASE BACKPACKERS
Kurokawa1498,
Aso, 869-2225, Japón
⿊川1498, 阿蘇市
Teléfono: +81
967 34 0408