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6 dulces típicos que comer en Badajoz



1. Bollo turco: postre típico de Jerez de los Caballeros hecho a base de almendra, huevo, azúcar y ralladura de limón. Se sabe que ya existía en el año 1600 por los testimonios escritos que hablan de él y se suele comer en Navidad.

2. Canelones: hechos con anís, cáscara de naranja y harina, están fritos en aceite y tienen forma de rulos. Si la masa se moldea en forma de cuña, se llaman borrachos.

3. Canutos: dulce elaborado con aceite, vino blanco, anises molidos y harina. La masa se moldea con forma de canutillos y se fríen.

4. Repápalos: son una especie de torrijas típicas de la Semana Santa, con forma de albóndigas de pan, y que están bañadas en leche cocida y azúcar. También se les suele espolvorear canela por encima.

5. Queso dulce de almendras: hecho con almendras, azúcar, raspadura de limón, canela y huevo. Es muy típico de Navidad y se sirve frío, cortado en trozos.

6. Técula Mécula: su origen proviene de una antigua receta que encontraron y registraron los propietarios de la pastelería Casa Fuentes, en Olivenza. Sus ingredientes básicos son almendras, huevo, azúcar y una base de hojaldre. 

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La Dehesa de Extremadura es una de las Denominaciones de Origen que tiene el jamón ibérico español. Esta provee a la provincia de buenas carnes y productos derivados de la matanza del cerdo, que son la base de la gastronomía pacense. Además, otras carnes como el cordero y el conejo, y productos de la huerta llenan las cocinas de la tierra.

Los desayunos de Badajoz merecen mención aparte. Las tostadas con jamón, caldillo o incluso unas buenas migas, son delicias que te puedes encontrar en cualquier bar para empezar el día con energía.

A continuación, comparto algunos de los platos más representativos que me he encontrado en Badajoz:


1. Ajocano: sopa tibia con dados de pan fritos, pimentón, leche y aceite.

2. Caldillo: típico de los desayunos extremeños. Una especie de paté o manteca que se le pone a las tostadas. Hecho con hígado de cerdo, especias, manteca de cerdo y pimentón de la Vera. También se le puede echar cachuela, que no lleva tropezones de hígado y está más molida la pasta.

3. Chorizos malditos: chorizos hechos con el intestino grueso del cerdo.

4. Escarapuche: ensalada de peces de río o de carne, típica del este de la provincia. Se le añade aceite, vinagre de pitarra, sal tomates y cebolla.

5. Gazpacho extremeño: existen muchas variantes, pero suele llevar miga de pan, tomate, cebolla y pimiento, todo aliñado con sal, aceite y vinagre (y a veces pimentón). A la mezcla resultante se le añade agua fría. También se puede acompañar con tropezones de huevo cocido, jamón, pimiento verde, pimiento rojo o cebolla.

6. Migas de Tierra de Barros: elaboradas con la miga de pan candeal, hecho habitualmente con harina de trigo candeal. Se caracteriza por su miga densa y prieta.

7. Morcilla del cura: se utiliza la carne del cabezal del cerdo menos grasa, guisada con hierbabuena, perejil y ajo machado para después cocerla dentro de su tripa.

8. Morcón asado: elaborado con trozos granes de carne magra de cerdo curada y secada de forma natural y adobada con ajo y pimentón.

9. Pestorejo en adobo: tocino procedente de la careta de cerdo, que está formada por el morro, la jeta y oreja.

10. Salmorejo de ternera: el salmorejo comienza con el asado a la brasa. El resultado es una ensalada de tomate, cebolla y carne.

11. Sopa de antruejo: Sopa originaria de Aceuchal. Está hecha con cotubillo o codillo, chorizo, hueso de jamón, huevos cocidos, cebolla fresca, perejil, pan, agua y sal. Se sirve en un cuenco de barro.

12. Sopa de cachuela: se compone de cuajos de sangre, asadura, torreznos y panceta de cerdo, ajo y especias; anís en rama, laurel y clavo.

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Visitando Zafra, uno de los pueblos más bonitos de Extremadura



Zafra es un pueblecito extremeño de unos 17.000 habitantes que tiene su origen en la villa romana de Segeda o Restituta Iulia Imperial, importante enclave entre Sevilla y Mérida en la Vía de la Plata. Durante la invasión musulmana pasó a llamarse Çafra, del que deriva Zafra.

Su época de esplendor le vino en el siglo XV, cuando se convirtió en el centro del Señorío de Feria, años en los que se construyó la muralla, el alcázar, el Hospital de Santiago y el Monasterio de Clarisas de Santa María del Valle.


Durante la conquista del Nuevo Mundo, Zafra aportó 221 habitantes que se fueron en busca de riquezas. En los siglos posteriores, el Ducado de Feria acabo siendo integrado en el Ducado de Medinaceli.

Su historia ha quedado reflejada en sus calles. Por su gran riqueza fue declarada en 1965 Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional y ha sido elegido él pueblo más bonito de Extremadura en sucesivas ocasiones por los viajeros.

Qué ver en Zafra

1. Palacio de los Duques de Feria: construido en tan sólo seis años por el segundo Señor de Feria (s. XV), hoy pertenece a la Red de Paradores Nacionales. En su interior destaca su patio de mármol renacentista y en el exterior, su gran Torre del Homenaje.


2. Plaza Grande: se realizó en el siglo XVI sobre una antigua iglesia medieval y un cementerio. La plaza está porticada y la conforman dos placitas más pequeñas. Un de ellas está empedrada y es peatonal y la otra está adoquinada y abierta al tráfico. Está llena de bares y terrazas.


3. Plaza Chica: está comunicada con la Plaza grande por el Arquillo del Pan, lugar en el que se encuentra la Esperancita, un retablo de la Virgen de la Esperanza. En una de sus columnas hay una Vara de Medir, que recuerda la actividad comercial que tuvo en su origen, y el antiguo Ayuntamiento, que ahora es el Palacio de Justicia. Hoy también está llena de bares.


4. Convento de Santa Clara: construido para las monjas clarisas en el siglo XV por orden del primer Duque de Feria, hoy alberga un museo sobre cómo era la vida en el convento y cómo se organizaba la ciudad y la nobleza en aquella época. Dentro puedes ver el monumento funerario a los Suárez Figeroa o El Terno de Águilas.


5. Calle Sevilla: la calle más comercial y concurrida de Zafra.


6. Iglesia de la Candelaria: edificio tardogótico del XVI, que incluso llegó a ser colegiata en 1609. En ella destaca el retablo mayor y cuadros de Zurbarán.












Cómo es la visita a la Ciudad Romana de Regina Turdulorum



Fundada en el siglo I d.C. en el camino que unía Emérita Agusta con Córduba, sus restos aún son visibles en las inmediaciones de la localidad Casas de Reina, muy cerca de Llerena.

Tras dejar el coche en el aparcamiento, un hombre muy amable encargado de cuidar el recinto te explicará todo lo que quieras saber del yacimiento.



La ciudad de Regina sigue los parámetros de construcción clásicos: un trazado ortogonal formando manzanas y dos calles principales que se cruzan en el foro. Además, estaba toda amurallada y rodeada por un foso. Contaba con un sistema de red sanitaria importante, cuyas cloacas se encuentran en perfecto estado de conservación. Su mayor esplendor fue en la época Flavia y la última referencia que se tiene de ella es del siglo VII, a partir de entonces cayó en el olvido. Lo que puedes ver a lo largo de la visita es fruto de las excavaciones arqueológicas que se siguen llevando a cabo en la zona, pues sólo se ha descubierto un 10% de su extensión.


La visita comienza por el Foro, el centro político, administrativo y religioso de la ciudad. En su centro se pueden ver los restos de la Triada Capitolina, un triple templo dedicado a Júpiter, Juno y Minerva, del que se conservan los cimientos.


A la derecha de éste, había otro edifico religioso de mayor tamaño. Se sabe que tenía un patio central con galerías porticadas y un pozo.




A la izquierda, se colocó otro templo dedicado a la Pietas Augusta, una de las siete virtudes personificadas en la figura del emperador. Entre sus ruinas se encontró una inscripción que mostraba que sufrió una restauración y que ésta corrió a cargo de la administración local.



También se pueden observar los restos del antiguo mercado de Regina.


Continuando la visita, el camino lleva hasta la estrella del yacimiento: el teatro romano. Después del Teatro de Mérida, es el mejor conservado de la antigua Hispania. Estuvo formado por una gradería en dos niveles, del que sólo se conserva el inferior y se accedía a él a través de cuatro vomitorios y de las escaleras que había al lado de cada una de las cuatro entradas. El escenario tenía columnas corintias y tres entradas. Aún se sigue utilizando para el Festival de Teatro.




Visto el yacimiento, puedes continuar tu visita puedes pasarte por el pueblo de Casas de la Reina. Allí se encuentra un Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes y un Museo Virtual en los que se exponen réplicas de los hallazgos encontrados.

Otra visita interesante es la subida a los restos de la Alcazaba de Reina, que se encuentran justo en frente del yacimiento.















Cómo es la visita al Monasterio de Tentudía - Badajoz



En el punto más alto de la provincia de Badajoz, la iglesia-fortaleza de Tentudía se alza como una de las mejores muestras del mudéjar español. Está considerado Monumento Histórico-Artístico Nacional, así como Bien de Interés Cultural.

Su nombre, y el de la sierra en la que se encuentra, se debe al maestre Pelay Pérez de Correa. Según la leyenda, durante el reinado de Fernando III, en esta zona se libraba una gran batalla entre los musulmanes y las tropas cristianas. Este maestre, perteneciente a la orden de Santiago, imploró ayuda a la Virgen gritando: ¡Santa María, detén tu día! Así, el sol se paró y los cristianos pudieron ganar la batalla. Este hecho así quedo ensalzado en las cantigas de Alfonso X el Sabio.

En agradecimiento, el maestre mandó construir una pequeña ermita, conocida como Santa María de Tudía en el siglo XIII. Poco a poco, la ermita se fue ampliando hasta que en el siglo XI, el Papa León X lo elevó a la categoría de monasterio por orden de Fernando el Católico. Este monasterio, a cargo también de la orden militar de Santiago, empezó a crecer hasta convertirse en uno de los más importantes de la orden.

Tras la Guerra de la Independencia funcionó como Colegio de Letras hasta la desamortización de Mendizábal (1836).

La visita comienza en la planta baja. Desde allí se accede al claustro mudéjar del siglo XVI. Una obra sencilla realizada en ladrillo. En medio del claustro hay un pozo que funcionaba como aljibe del monasterio.


A los lados del patio hay distribuidas varias estancias conventuales, que ahora son utilizadas para mostrar exposiciones sobre la vida en el monasterio.



La siguiente visita es a la iglesia del convento, de una nave con bóveda de medio cañón y donde descansan los restos de Pelay Pérez Correa. Su retablo mayor está considerado como una de las obras más importantes de la cerámica española. Su creación se debe a Francisco Niculoso Pisano, famoso azulejero italiano, afincado en Sevilla. En él se hace alusión a la vida de María, aunque también están representados Pelay Pérez Correa y Juan Riero (el vicario que lo había contratado).

En la Capilla Mayor del templo se halla la imagen de la Virgen de Tentudía, perteneciente al siglo XVIII y que sustituyó a la original realizada en madera que no se pudo recuperar.


A ambos lados de la iglesia hay sendas capillas. En la Capilla de los Maestres se sitúan las estatuas yacentes de los maestres Gonzalo Mexías y Fernando Osores, vestidos con los hábitos de la orden de Santiago. Todo el conjunto esta presidido por un gran panel de azulejos que representa a San Agustín, obra atribuida a Cristóbal de Augusta.


La segunda capilla es la de Santiago. En ella está sepultado el Comendador de Medina de las Torres, Juan Zapata, aunque no hay ninguna lápida que lo indique.

De vuelta al claustro, se puede subir al piso superior para asomarse a los balcones cubiertos del monasterio y disfrutar de las vistas de la sierra de Tentudía.




De vuelta al aparcamiento, puedes entrar en el bar que hay en frente a reponer fuerzas (El Balcón de Tentudía). Sus montaditos son verdaderamente baratos y parecen bocadillos, aunque el local se llena en horas puntas y te será difícil encontrar una mesa.