En el extremo
oriental de la Sierra de Pradales, en el inicio de las Hoces del río Riaza, se
alza el pequeño pueblo de Maderuelo (con menos de cien habitantes), sobre una
alargada colina.
Pudiendo tener
un pasado mucho más remoto, e incluso haber llegado a ser un antiguo castro, de
la época de la que se tiene más información es del siglo X, citando que las
primeras gentes que habitaron estas tierras fueron las tropas de la Reconquista,
quienes construyeron un castillo y una muralla para defender los territorios
cristianos. Su posición estratégica permitía vigilar la frontera natural que formaba
el Duero. Tras la adecuación del terreno se procedió a la repoblación civil,
con gente que principalmente era originaria de Burgos.
A lo largo de
los siglos pasó de mano en mano y fueron muchos los que figuraron como dueños
de la villa, como el Condestable de Catilla Don Álvaro de Luna o Don Juan
Pacheco.
El pueblo entró en decadencia, sin embargo, a finales del siglo XIII y sobre todo en el
XIV perdiendo parte de su población que partió a repoblar el sur de la
península.
Hoy está
dentro del listado de los Pueblos más bonitos de España y parece que el turismo
está creciendo en la localidad, sobre todo desde que en ella se rodó la serie
Tierra de lobos. No obstante, cuando yo fui me encontré con un pueblo sin apenas
gente, un viento fortísimo y muchísimas casas con el cartel de “Se vende”.
Qué ver en
Maderuelo
1. Arco de la
Villa: da entrada al pueblo de Maderuelo y aún se pueden ver en él los cerrojos
y las puertas de madera acorazada del siglo XV. Esta entrada estuvo dotada de
foso y puente hasta principios del XX.
2. Plaza de
San Miguel: el Arco de la Villa lleva directo a esta pequeña plaza triangular a
la que se accede a través de unas escalerillas por las que se lleva a la
iglesia.
3. Iglesia-Palacio
de San Miguel: sus muros formaron parte del conjunto defensivo, aunque sufrió
muchas remodelaciones a lo largo de su historia. Una de ellas fue convertir en vivienda
privada el ábside semicircular de la antigua ermita románica que allí existía.
Dentro hay algunas tumbas enmarcadas en arcos góticos.
4. Puerta del
Barrio y Casa-Torre del Hospital: se encuentra en la antigua judería de
Maderuelo y formaba parte del punto defensivo encargado de proteger el acceso
desde la muralla de la umbría. Su entrada abovedada está enmarcada con dos
arcos de medio punto junto a la casa que antiguamente fue un torreón.
Posteriormente se usó como hospital de peregrinos y necesitados.
5. Plaza del Baile:
una barbacana la separa de la calle y está dedicada al benefactor de Maderuelo,
Pérez de Seoane.
6. Plaza de
Santa María: esta pequeña plazoleta está a los pies de la iglesia y a ella se
puede acceder desde dos arcos, uno al este y otro al oeste.
7. Iglesia de
Santa María del Castillo: es el único templo con restos de estilo califal que
se puede encontrar en Segovia. Ha sufrido muchas remodelaciones realizadas con
los materiales reciclados de las antiguos trece templos y conventos que llegó a
haber en Maderuelo. Su alta espadaña tiene cinco campanas.
8. Arcacel y
Barbacana: debajo de la iglesia se puede ver un gran mirador, cuyos terrenos
sirvieron de osario del templo y de tierras para sembrar cebada.
9. Torreón de Castillo:
hoy constituye uno de los últimos restos del antiguo castillo que protegía la
villa, aunque está muy deteriorado por el paso del tiempo y por la gran cantidad
de rayos que derribaron sus muros. En su sótano tiene un aljibe.
10. Puente Viejo:
sólo es visible cuando las aguas del embalse bajan a principios de agosto.
Tiene cinco ojos y poseía derecho de pontazgo que se recaudaba a favor del
Marqués de Villena. Antes de la construcción del pantano, unía el pueblo con la
ermita de la Veracruz. Cuando yo fui sólo pude ver el nuevo:
11. Ermita de Castroboda: fue edificada por los habitantes del pueblo en el siglo XVIII para rendir culto a la patrona de Maderuelo.
12. Ermita de
la Veracruz: antigua ermita templaria que albergaba uno de los conjuntos de
frescos románicos castellanos más importantes de España. Cuando se hizo el pantano
en 1950, se expropió y se tuvieron que trasladar los frescos al Museo del Prado.
Sus orígenes se remontan a la época visigoda, aunque su esplendor llegó de
manos templarias cuando, según la leyenda, aquí se rendía culto a los muertos y
se custodiaba uno de los fragmentos de la Santa Cruz que llegaron a la península.