Para muchos que quieren realizar el Camino de
Santiago Francés a su paso por Galicia, el punto de partida es Pedrafita do
Cebreiro, ya que éste es el primer pueblo que te encuentras haciendo frontera
entre Galicia y Castilla y León. Además, allí te deja el autobús que parte de
Madrid. No hay ninguna otra manera de llegar en transporte público a O'Cebreiro,
como no sea andando desde Pedrafita, o cogiendo un taxi.
Pedrafita y O’Cebreiro están separados por unos
escasos 4’5 km de cuesta, con un desnivel de 180 metros. Un aperitivo para lo
que vendrá después, cuando empieces el Camino. Hay que tener en
cuenta que esta pre-etapa no está incluida en el Camino de Santiago “oficial”,
por lo que no se contabilizará en la Oficina del Peregrino de Santiago a la
hora de obtener tu Certificado de distancia.
6 cosas que ver y que hacer en O'Cebreiro
O’Cebreiro es un enclave mítico del Camino de
Santiago Francés. Probablemente se fundó en el s. IX para hospedar a los
peregrinos. Los monjes de la Abadía francesa de Saint-Geráud, pertenecientes a
la Orden de Cluny, fundan en esta época el monasterio de Santa María del
Cebrero.
Su fama está tan extendida que personalidades
como los Reyes Católicos o Ratzinger, antes de ser proclamado Papa, se alojaron
en esta pedanía.
Hoy el pueblo parece sacado de un cuento,
rodeado de naturaleza y abriéndose paso entre la bruma. Sus pocas casas, todas
ellas pintorescas, construidas en arquitectura tradicional, están llenas de
turistas y peregrinos.
1. Asistir a la Misa del Peregrino en Santa
María La Real del Cebreiro: de estilo prerrománico, fue fundada por los monjes
benedictinos en el s. IX, convirtiéndola en la iglesia más antigua de la ruta
jacobea que está aún en uso. En ella se encuentra la imagen de la Virgen de los
Remedios, con su cabeza inclinada. Cuenta la leyenda que inclinó la cabeza para
ver el Santo Milagro y así se quedó.
2. Pasear entre pallozas: las pallozas son viviendas prerromanas
totalmente conservadas, que hoy se han reconvertido en museo etnográfico.
3. Comprar queso de O’Cebreiro: elaborados con
leche de vaca, estos quesos son peculiares por su original forma con bolsa de
sombrero. Su origen se remonta a los primeros monjes que se instalaron en O
Cebreiro. Se tiene testimonio de que se comía en la corte de los Reyes
Católicos, Carlos III e Isabel de Portugal y que, en el siglo XVII llegó a
convertirse en el cuarto queso más caro del mundo. En los años 1980-1990, casi
llegó a desaparecer y sólo se fabricaba para autoconsumo. Hoy su producción se
ha revitalizado, aunque es muy, muy raro poder comprarlo fuera de esta zona.
Aprovechad para comprarlo en las tiendas de recuerdos de O Cebreiro.
4. Tomarse un vino con tapa en sus bares: en los bares
de O’Cebreiro los camareros van pasando de vez en cuando con tablas de tapas
para que los clientes prueben productos de la zona.
5. Empezar la colección de monedas del Camino: en
la calle que lleva a la iglesia, se encuentra una de las máquinas donde
podrás comprar la primera moneda de tu peregrinación.
6. Disfrutar del paisaje: el pueblo está ubicado a unos 1300 metros de altitud. La naturaleza y la tranquilidad lo rodean todo. Basta alejarse un poco de las casas para escaparse del turisteo y deleitarse con el entorno.
Cosas a tener en cuenta en O’Cebreiro
➤ Los inviernos son duros. El frío, acompañado de
heladas y de nieve, hace que este enclave sea bastante complicado.
➤ Los veranos son frescos y es cuando más
afluencia de turistas hay.
➤ Su albergue público es uno de los más concurridos
de la ruta.
➤ Hay pocos alojamientos si tienes en cuenta la
cantidad de peregrinos y de turistas que hacen de esta pedanía su punto de
partida para realizar el Camino, por lo que te aconsejo reservar antes de ir
allí a la aventura y verte durmiendo en la calle.
➤ Las cocinas de los bares y restaurantes cierran
a las 20’30, incluso en verano. Más allá de esa hora, no vas a encontrar nada
para cenar. Como mucho, un bocadillo frío.
➤ El pueblo muere un poco después de la misa de la Bendición
del Peregrino. La gente se va a cenar y a acostarse pronto para iniciar la
próxima etapa al día siguiente. Más allá de esa hora, no hay nada que hacer, tan sólo descansar.