Mi siguiente día en San Petersburgo lo
reservé para visitar uno de los museos más importantes de Europa: el Hermitage.
Aunque llevaba la entrada comprada por internet e imprimida, me levanté muy, muy temprano para hacer cola. Con la entrada de internet
también se hace cola, pero no es tan larga como las de las taquillas.
La entrada online cuesta 17'95$. Mucho más
cara que si la compras allí mismo, pero así te aseguras de que vas a entrar y
que no te vas a quedar fuera. Mira las colas que se forman en la plaza, a
pesar de estar lloviendo a cántaros:
Nada más entrar, dejas tus cosas en el
guardarropa. Luego hay que acordarse muy bien de por dónde has entrado y de
en qué guardarropa las has dejado, porque el museo es un caos. Es enorme y
no está bien señalizado. Además, cuando fui algunas salas estaban cerradas
sin previo aviso y ni los que trabajaban allí me pudieron indicar cómo se
llegaba a donde yo quería ir…
El complejo principal del Hermitage consta de
cinco edificios conectados entre sí: el Palacio de Invierno, el Pequeño
Hermitage, el Nuevo Hermitage, el gran Hermitage y el Teatro Hermitage. Durante
tu visita es muy probable que pases de uno a otro sin darte ni cuenta.
En la planta baja están las exposiciones de
arte primitivo, arte y cultura oriental y antigüedades egipcias, griegas y
romanas. También encontrarás la Treasure Gallery, pero para pasar tienes que
comprar una entrada especial aparte.
En el primer piso está el Palacio de Invierno,
una de las alas que más me gustó. Nada más que las escaleras ya merecen la
pena.
En las salas dedicadas a pinturas hay obras
italianas de DaVinci, Miguel Ángel, Raphael, Caravaggio…; arte flamenco, con
Van Dyck o Rubens…
Y mi sala favorita: la de arte español, con Murillo, Goya y
Velázquez, entre otros. Siempre hace ilusión ver cómo se reconoce la labor de
artistas españoles cuando estás fuera y lo ves desde otra perspectiva.
La segunda planta estaba mucho más vacía. Las
visitas guiadas ni suelen pasar por aquí, así que se pueden ver con mucha
tranquilidad. Estas salas están dedicadas a la numismática (con muchas monedas
antiguas españolas) y al arte asiático.
Mi consejo es que selecciones muy bien las
salas que quieres visitar y te centres más en ellas. Hay más de tres millones
de obras de arte. Yo estuve dentro del museo desde que abrieron hasta
las 16’00, viendo sala tras sala, algunas más interesantes que otras, pero
aprovechando el día.
En todo el museo hay wifi gratis.
General Staff Building
Cuando salí del Hermitage, me dijeron que
con la entrada también tenía acceso a este edificio que está en frente del
complejo principal. No es tan famoso, pero me sorprendió la colección que allí
había. Como seguía lloviendo a cántaros, me refugié allí y mereció la pena: Picasso,
Kandinsky, Monet… una inmensa muestra de arte contemporáneo.
Además, tuve la suerte de ver una curiosa
exposición de otro artista español al que estaban homenajeando en Rusia:
nuestro querido Manolo Blahnik y sus famosos “manolos”.
Al final, entre museo y museo me dieron las
tantas. Y tuve que darme prisa para hacer mi última parada de la
tarde: la iglesia de la Sangre Derramada, porque ya tenía la entradas comprada.
Las entradas al Hermitage online se pueden comprar en su web: https://www.hermitagemuseum.org/wps/portal/hermitage/tickets
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