En la planta baja del museo, junto a cuatro momias andinas y una guanche, y algunos esqueletos humanos y de simios, descansan los restos del Gigante Extremeño.
Su inmenso esqueleto está en medio de la sala. En una de las
paredes puedes ver su figura de yeso realizada a partir de un molde de su
cuerpo.
El gigante en cuestión se llamó Agustín Luengo. Y su historia
es bastante triste. Parece ser que nació en Puebla de Alcocer en 1949. Desde pequeño tuvo acromegalia, un trastorno
provocado por un tumor que hace que el cuerpo produzca más hormona del crecimiento
de lo que debería. Así, el gran Agustín llegó a medir 2’35 metros.
Momia guanche |
Su familia era bastante pobre y su casa era muy pequeña para
él. De hecho, tuvieron que adaptarla en algunas ocasiones para que Agustín
pudiese entrar. Hasta cuentan que su padre tuvo que hacer un agujero en la
pared para que él pudiera dormir con las piernas estiradas porque si no, no
cabía.
Harto ya de esta situación tan problemática y de ser el hazmerreír
del pueblo, su padre lo vendió a un
circo portugués cuando tan sólo tenía doce años. Su espectáculo consistía en
pasear delante del público para que vieran su monstruosidad. Y es que sus manos
medían más de 40 cm.
Llegó a ser tan famoso su espectáculo que hasta el mismo
Alfonso XII pidió que le hiciera una actuación. El rey, al verlo, quedó
encantado con el gigante y le regaló unas botas (serían del número 52).
Su fama seguía creciendo y fue entonces cuando lo descubrió el Doctor
González Velasco, catedrático de Anatomía de la Universidad de San Carlos, en
Madrid. Tal fue su sorpresa cuando lo conoció que se obsesionó con la extrañeza
de su cuerpo y propuso comprárselo por 3.000 pesetas. 1.500 se las pagaría a
Agustín y el resto serían pagadas a sus herederos.
Agustín aceptó y dejó el circo. Sus 2’50 pesetas diarias le
permitían ya vivir sin tener que someterse a tanta burla. Se mudó a Madrid y
aprovechó para vivir la vida al máximo. Con todos los excesos que antes no se
había podido permitir.
Desgraciadamente, esto le duró poco. Cuando tan sólo tenía
26 años, el gigante murió de tuberculosis. Como habían pactado, el doctor se
quedó con el cuerpo. Le hizo el molde de yeso, que ahora puedes ver en el
museo, lo diseccionó y lo estudió al detalle. Al acabar su investigación lo
esqueletizó, aunque durante el vaciado que el doctor realizó sobre el cuerpo su esqueleto perdió 20 cm. De todos modos acabó siendo una pieza fundamental del gran museo que estaba creando y que actualmente
es el Museo de Antropología Nacional de Madrid. Justo allí es donde sus restos descansan ahora.
También podemos obtener información en el museo de Puebla de Alcocer, donde hay varios objetos suyos, como sus famosas botas y sus
calcetines. El libro El hombre que compraba gigantes cuenta la vida de tan
digno hombre.
Precio de la entrada al Museo Nacional de Antropología
💶 General: 3 €
💶 Gratis: menores de 18 años, pensionistas, mayores de 65 años, estudiantes, parados, docentes…, sábados a partir de las 14’00h y domingos.
Horario
🕑 De martes a sábado: de 9’30 a 20’00
🕑 Domingos y festivos: de 10’00 a 15’00
Cómo llegar
🚌 Autobuses: 10, 14, 19, 26, 32, 37, 85, 86 y Circular.
🚆 Cercanías: Atocha.
MUSEO NACIONAL DE ANTOPOLOGÍA
c/ Alfonso XII, 68 Madrid
Teléfono: 915 306 418
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