Esta villa segoviana aún guarda su encanto medieval. Entre
el Macizo de Ayllón y la meseta castellana, hoy es punto de encuentro para
todos los que quieren hacer esquí en la estación de La Pinilla, a escasos
kilómetros del pueblo, y para los que visitan el Hayedo de Pedrosa (a 9km).
Nada más entrar en el pueblo me llamó la atención un parque inmenso (el Rasero) que cuenta con una ermita: La
Ermita de San Roque, construida en 1599. Alrededor del parque hay dieciocho
cruces de piedra que sirven para hacer el Via Crucis en el Viernes Santo.
La zona de encuentro de Riaza es su plaza porticada del
siglo XVIII, que destaca por su forma elíptica y en la que se montaba
una plaza de toros todos los meses de septiembre. En la plaza hay bastante
oferta de bares y restaurantes a precios módicos, donde no puede faltar el
cochinillo.
Detrás del Ayuntamiento está la iglesia de Nuestra
Señora del Manto, patrona de la villa, de estilo renacentista. Su retablo data
de 1822 y fue traído del Monasterio Jerónimo de la Armedilla en Cogeces del
Monte (Valladolid). De pintura barroca y autor anónimo, sus cinco lienzos
muestran escenas de la vida de San Jerónimo.
Riaza es un pueblo tranquilo, que se recorre en poco tiempo
mientras se disfruta de la arquitectura de sus casas típicas.