Esta fue la excursión que contraté
Hay
muchas empresas que se dedican a organizar visitas por los alrededores de
Dublín. Yo contraté una con Viator, que incluía el viaje a Belfast, la subida
al puente de Carrick-a-Rede y la excursión a La Calzada del gigante. Lo hice
por internet para asegurarme la reserva el día que yo quería, pues sólo disponía
de un día en concreto. De todas maneras, en Dublín verás un montón de ofertas,
unos 10 -15€ más baratas, que supongo que será el dinero que se lleve este turoperador. A mí me costó 75€, con entradas, guías en inglés y transporte incluidos.
Al
poco de hacer la reserva, me mandaron un correo con los datos exactos de la
hora y el lugar de recogida: a las 7’00 en el Gresham Hotel, en la calle O’Connell.
Cuando llegué ya había mucha gente esperando a nuestro autobús. Nos fueron
nombrando y sentando. El tour fue entero en inglés y los guías, estupendos. Mientras
salíamos de Dublín, fueron haciéndonos un tour en el autobús explicándonos todos
los monumentos que íbamos atravesando.
Primera parada: Belfast
Tras
dos horas o así de trayecto, llegamos a Belfast. El autobús paró en unos almacenes
y allí nos dividieron en dos grupos: los que querían visitar los barrios de
Falls y Shankill en taxi, y los que querían ver el museo del Titanic.
Yo
había escogido lo primero y, por lo que pude escuchar después de las opiniones
de los demás, acerté. El conductor era alguien que había vivido de primera mano
el conflicto entre unionistas y republicanos. Sus raíces eran católicas y
había visto como su familia había estado envuelta en mil y una anécdota
durante la guerra.
Desde
1968 hasta 1998, Irlanda del Norte vivía la época de “The Troubles”, un virulento
conflicto entre republicanos católicos, que pretendían la independencia de
Reino Unido y su pertenencia a Irlanda, y los unionistas protestantes, que
querían seguir perteneciendo a la Corona Británica.
El
barrio protestante: Shankill
La ruta
comenzó por Shankill Road, zona que divide ambos bandos. Entre sus murales
destaca “La Mona Lisa del Ulster”, con un francotirador pintado, que te sigue
con la mirada. Aún sigue habiendo referencias a grupos paramilitares, como la
UDA y la UVF.
Las calles que recorrimos eran aún fiel reflejo de lo que allí había acontecido unas décadas antes. Por mucho que la tele y los periódicos digan, el conflicto no está resuelto. De hecho, cuando yo fui estaba todo lleno de carteles y pintadas a favor y en contra de que los carteles en la zona sean bilingües, así como la educación: en inglés y en irlandés. Las reuniones se habían sucedido entre los gobernantes de ambos bandos, sin llegar a ningún acuerdo. Y los tratados avisan: si no hay acuerdo entre ellos, la voz cantante pasa a manos del Parlamento Británico.
El Muro de la Paz
La
siguiente parada fue el Muro de la Paz. Parece increíble, pero el muro de 20 km
y 7 metros de altura en alguno de sus tramos, aún está en pie y dividiendo a los
dos barrios. En lo alto hay alambre de espino, cámaras y vallas que se siguen
cerrando por la noche. ¡Y yo que pensaba que todo esto estaba más que superado!
Como me dijo el guía, las únicas noticias que te llegan del conflicto son las
que la BBC quiere que veas y exporta al mundo entero.
El
guía nos paró en un tramo del muro y nos dio rotuladores para que pusiéramos nuestro
mensaje de paz al mundo.
Ahora los muros ya no sólo hablan de “The Troubles” se han convertido en lienzos gigantes dedicados a los movimientos independentistas del mundo entero, y a mensajes y personajes relacionados con la paz.
En estos murales puedes ver referencias a España. La primera es una pintura que hay al lado de la de Martin Luther King y la de Mandela. Es una pintura de una bandera republicana con una placa en recuerdo de Dick y Williams, dos vecinos de Falls que murieron en la Guerra Civil española. La segunda es un enorme mural sobre Cataluña. Hubo un tiempo en el que también había una gran pintura pidiendo la liberación de Otegui, pero ya no está.
El barrio
católico: Falls
Paramos
en el Clonard Martys Memorial Garden, un pequeño lugar donde se recuerdan a
algunas de las víctimas católicas.
El
guía nos dio un montón de fotos antiguas para que viéramos cómo estaba ese
barrio durante el conflicto, con bombas y balas cayendo de un barrio a otro,
por encima de la alambrada.
Pasamos
por la sede del Sinn Fein y llegamos al mural de Bobby Sands, un miembro del
IRA que murió en la cárcel durante su huelga de hambre.
Un
conflicto que comenzó con la invasión normanda con autorización de enrique II
de Inglaterra en 1169 y que aún persiste, aunque a un modo más callado y
discreto, en nuestros días, con su valla levantada cada noche. Sin duda, la visita no tiene ningún desperdicio y se aprende mucho de lo pasado y lo presente en Belfast.
Al
acabar la visita, que duró algo más de una hora, nuestro guía nos llevó al
Museo del Titanic, en el que pudimos darnos una vuelta mientras esperábamos
nuestro autobús que nos llevaría a nuestro próximo destino: el puente de
Carrick-a-Rede.
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