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Japón - Día 11: Saliendo de Yudanaka con Mr Yumoto


Por la mañana me despedí de Mr Yumoto, que llamó a su mujer y todo para hacerse una foto de recuerdo. Me regaló una moneda de 5 yenes, porque dijo que me daría buena suerte para el viaje si la ataba con una cinta del Shimaya a la mochila. Me preguntó que qué tren iba a coger y se lo enseñé en el horario que me habían dado en la estación. Los dos se despidieron efusivamente y me fui.

Cuando llevaba un rato andando, vi aparecer el coche de Mr Yumoto a toa hostia por una cuesta. Se paró y empezó a gritarme cosas. No sabía nada, no lo entendía ni en inglés, ni en japonés, ni en ná.

Así que desesperao me gritó ¡Ok!, y empezó a hacer gestos para que entrara en el coche. Por más que le preguntaba, el tío sólo me respondía ¡Ok!   😰

Me llevó a la estación y allí se bajó y me señaló en el horario que el tren que yo quería coger no pasaba los fines de semana y que si no cogía el que venía en un minuto ,ya tendría que esperar dos horas. El tío se había dado cuenta en el hotel hablando con su mujer y había venío a buscarme!!!

Esta amabilidad me desmonta. Normal que hubiera ganado el premio de Trypadvisor.

Japón - Día 10: Opinión de Shimaya Monkey Home Town (Yudanaka Onsen)



Opinión de Shimaya Monkey Home Town

La reserva del hotel la hice a última hora. Estaba empeñada en dormir en un Ryokan pero eran tan caros… que se me salía del presupuesto. Tanto buscar dio sus frutos y reservé en el Shimaya, uno modesto en comparación con los de lujo que hay en la zona. Y es que la zona de los Snow Monkeys es un destino de lujo famoso para los japonenes que quieren esquiar y disfrutar de las aguas termales.

Nada más reservarlo me llegó un email de bienvenida del dueño. Un tipo curioso. En el email me explicaba cómo llegar al hotel en inglés: 

"Hotel: When you leave Yudanaka Station turn left. You will see a convenience store  called Lawson. Follow the road beside Lawson and walk up about 300m along the road. You will see our hotel on your left hand side, just before the Haiku museum." 


El tipo es tan servicial que agobia. Se deshacía en bienvenidas, reverencias, y se jactaba de hablar perfecto inglés. Pero me costaba la vida entenderlo. Y al final nos comunicábamos sólo con Ok? OK. No me preguntes cómo, pero el caso es que medio nos entendíamos.

Le sentó mal que ya hubiera visitado a los monos, ya que él se ofrecía a llevar a los turistas en su  camioneta gratis a verlos. Se ofrecía de taxista para todo y si hubiera tenido móvil, bastaba con llamarlo para que viniera a buscarme donde estuviera. Un lujo.

También me ofreció una visita privada a su onsen, para que no tuviera que pagar ninguno del pueblo. Fue genial. Nunca había estado en uno, pero fue una experiencia tremenda, aunque era muy difícil para mí aguantar el agua tan caliente. Así me quité la molestia de acudir a los de Yudanaka Onsen, porque ahí son públicos, divididos en hombres y mujeres y tienes que ir desnudo en todo momento.

La habitación también estaba genial: tenías futones dobles, aire acondicionado, frigorífico, televisión y un set de té. También te dejaban yukatas. No le faltaba un detalle.



Fuera, había una lavadora, un microondas y varios lavabos. Los lavabos y los baños eran compartidos y tenías que dejar tus zapatos en la puerta y coger unas zapatillas que había preparadas para entrar.

Por la noche, Mister Yumoto (como se hacía llamar) me llevó a la entrada del hotel y me enseñó un montón de archivadores con información de actividades y de restaurantes cercanos. Había pillado los menús que ofertaban y los viajeros habían puesto su opinión sobre ellos en inglés. Una especie de TrypAdvisor rústico. Pero una idea que me vino genial.

Tras decirle que quería curry, me llevó en su coche a lo que él consideró el mejor restaurante para comerlo. Por fuera jamás hubiera averiguado que eso era un restaurante. Dentro había dos hombres sentados en unos cojines que se sorprendieron al verme. Se levantaron muy rápidamente y me recibieron con reverencias, y mucho más cuando les dije que venía de parte de Mister Yumoto.

El restaurante era muy pequeñito y estaba atestado de cosas. Tenía un montón de estanterías llenas de mangas. Me sentaron en la zona de mesas y me trajeron las cartas. ¡Dios! Se pegaba todo, qué cochambre. Estábamos abrumados ante tanta amabilidad y tanto “Sama, sama”, pero a mí me entraban ganas de coger un bote de lejía y empezar a restregarlo todo.

Cuando me trajeron el plato de arroz con curry y cerdo, me pusieron un termo con té que parecía café. El sabor era bueno pero veía los termos puestos en hilera en el frigorífico de delante con las bolsitas de té metidas en el agua y no me atraía mucho. 


El curry estuvo buenísimo, las cosas como son. Y más si tenemos en cuenta que sólo había comido el dulce extraño de por la mañana y algo ligero en el Lawson. Ahora, no te apoyaras mucho en la mesa, que de allí no te despegaban ni con una espátula. Los condimentos estaban en una cajita en un extremo de la casa y no pude ni levantarlos. 😖

A la hora de pagar, me cobraron de menos por venir de parte de Mister Yumoto (debía ser el yakuza del pueblo). Cuando ya estaba en la puerta, me llamaron a voces para que volviera. Me sacaron una cajita de música con una figurita de Doraemon en la tapadera con un muelle. Le dieron cuerda con la musiquilla, se abrió y me dio a coger tres bombones. Tenían que ser tres para que tuviera buena suerte en mi viaje. Mientras cogía los bombones el Doraemon se paró, el tío se puso rojo de vergüenza y corrió a darle con la mano para que la figurita se siguiera moviendo, como si le fuera la vida en ello.

No entendí nada del Doraemon, pero sí que supe que la lejía ni la conocen. Aunque la comida estuviera buena y se deshicieran en amabilidades. Una cosa no quita la otra.

Tras salir del restaurante fui a buscar un festival que me había indicado el crack de Mister Yumoto en un plano. El pueblo era precioso, pero no había nadie por la calle y no había casi luz.

Atravesando el puente vi cómo un señor en bici no paraba de seguirme. Estaba acojonada. Al final se decidió a acercase: tan sólo quería saber de dónde era y ayudarme a llegar a mi destino por si estaba perdida. Y de paso practicar un poco de inglés. Impresionante.

Llegué al festival que consistía en algo parecido a la caseta municipal de mi pueblo en la feria. Había farolillos, una mujer cantando y todos estaban hinchándose a cerveza, fideos y vestidos muy elegantemente con su yukata. Me fui pronto, era la única occidental y sobraba, se notaba un montón.  Pero fue curioso.

Así, que tras saludar a Mister Yumoto que quería saber si todo me había parecido OK, me fuia mi futón.

Japón - Día 10: Viendo a los monos de las aguas termales (Snow Monkeys)


En la estación de Nagano, busqué la oficina de turismo para que me orientaran sobre cómo llegar hacia Yudanaka cogiendo el Nagano Electric Railway, un viaje de una hora. El Snow Monkey Train es un tren muy moderno.

Justo al bajar en la estación, apareció una señora muy dispuesta que me explicó que era voluntaria de la escuela de idiomas y que me orientaba en inglés. En inglés de Cuenca…  Mi idea era ir al hotel a dejar las mochilas, aunque el check in lo tenía a las 14'00. Pero la mujer se puso tan pesada que sin darme cuenta ya estaba con los billetes en la mano y montada en el autobús (que no importaba, que se lo pagase a la salida). Total, en unos diez minutos o así, llegué.

La caminata se realiza por un camino rodeado de bosque con árboles altísimos y, si tienes suerte, puedes ver ardillas voladoras. Las señalizaciones son buenas, así que recomiendo hacer la visita andando, aunque hay un parking en la entrada.


Subiendo, subiendo, llegué a la entrada, una cabaña donde hay taquillas y aseos. Dentro, había  fotos de los monos, impresionan las de invierno: los monos tan a gusto en su piscina mientras está todo nevado. También hay una tienda de recuerdos y un esqueleto de un mono. Es bastante pequeñita.

A la salida hay un caminito que está lleno de monos que salen a tu encuentro.  No hay que mirarles a los ojos, porque se lo toman como amenaza. Pero realmente no hacen nada, aunque tienen fama de agresivos.




La vuelta la hice andando, que tampoco había tanta distancia.  Paseé entre unas casitas del Japón tradicional. Me encantó salir del ajetreo de Tokyo.

Yudanaka Onsen está a pocos minutos de Yudanaka. Este pueblo termal está lleno de onsen sólo para los habitantes del pueblo. Hay uno público, pero no estaba abierto a esas horas. Era muy bonito ver en mitad de las calles fuentes y manantiales preparados para que la gente meta los pies en las aguas termales achicharrantes.


Tras hacer hora hasta las 14'00 para el check in conseguí llegar al hotel súper cansada. 


Con mapas así, como para encontrar el hotel...   :(




Japón - Día 10: Cómo ir desde Tokyo a Yudanaka Onsen

Me levanté de madrugada y desde la estación central puse rumbo a Nagano. Para desayunar llevaba dulces del Lawson pero cuando abrí uno de ellos se me quitó el sueño de la risa.


Al ver el envoltorio me di cuenta de que, aunque tenga esta forma, es un dulce de Hatsune Miku, la idol virtual japonesa más célebre. Fue el software más vendido en su lanzamiento en 2007, ganando 57.500.000 yenes.


Es una imagen 3D de una chica de 16 años, con el pelo de color verde azulado, con dos coletas y que siempre lleva un puerro (que es la forma que tiene este dulce).

Tiene videos musicales, discos, montones de merchandising y llena estadios enteros… siendo una imagen 3D  😨

🚈 Cómo ir desde Tokyo a Yudanaka Onsen

●  Shinkanshen hacia Nagano Station.

●  Cambiar al Nagano Electric Railway con dirección a Yudanaka Station.

  Duración del viaje: 2'30h.

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Japón - Día 9: Qué ver en Nara en un día


Dentro del parque visité tres templos importantes:

Templo Kofukuji: es el primero de los que te encontrarás en el parque. Su pagoda de cinco plantas es muy bonita, toda rodeada de ciervos. Es Patrimonio de la Humanidad. Aquí tiré, por error, una lata de bebida en el contenedor que no era y un hombre salió a regañarme gritando. Es que las papeleras de aquí tienen otros colores… Pero, menuda vergüenza con el tío a gritos y to el mundo mirando con cara de “extranjera tenía que ser”.

⬥ 3 minutos a pie desde la parada de autobús Kencho Mae.
⬥ Abierto de 9:00 a 17:00 horas (Tokondo y sala del Tesoro).
⬥ Entrada: 300 yenes (Tokondo) y 500 yenes (Sala del Tesoro).



Templo Todaiji: impresionante. Dentro tiene una estatua de Buda de bronce de más de 16 metros de altura. La estatua de bronce más grande del mundo.  También es Patrimonio de la Humanidad.




Aquí me partí de risa, porque hice cola para entrar en el tronco. Cuando estaba a punto de entrar, me arrepentí porque vi que no cabía ni de coña, pero la gente empezó a aplaudir de repente, y a decirme palabras de ánimo (digo yo que dirían eso…), sobre to un abuelo to esmirriado que estaba detrás de mí.


Al final lo intenté y, como era obvio, no pude entrar. No hay iluminación para mí. Aun así la gente aplaudió mucho. No entendí nada de lo que pasaba, pero había causado sensación…

  • 5 minutos a pie desde la parada de autobús Daibutsuden-Kasuga-taisha-mae (a 7 minutos en autobús desde la estación Kintetsu de Nara).
  • Abierto de 7:30 a 17.30 horas de abril a septiembre; de 7:30 a 17:00 horas en octubre; de 8:00 a 16:30 horas de noviembre a febrero; y de 8:00 a 17:00 horas en marzo.
  • Entrada: 500 yenes.
Continuando mi caminata por el parque llegué a mi última parada:

Santuario Kasuga Taisha: está un poco más retirado. Para llegar a él hay que atravesar un camino lleno de farolas y adentrarse en el bosque. Los árboles aquí son altísimos, está muy integrado en la naturaleza. A la entrada del camino hay una estatua en honor a los ciervos. El camino tiene más de 3000 lámparas.




No entré porque ya era muy tarde. Pero lo poco que vi por fuera mereció la pena. También es Patrimonio de la Humanidad.
  • 10 minutos a pie desde la parada de autobús Kasuga-taisha-Omotesando (a 8 minutos en autobús desde la estación Kintetsu de Nara).
  • Entrada gratuita. Entrada al jardín: 525 yenes (de 9:00 a 16:00 horas). Entrada a la sala del Tesoro: 420 yenes (de 9:00 a 16:00 horas).
De ahí, vuelta caminando a la estación. Y vuelta a Kyoto, y vuelta a Tokyo, y llegada al hotel tras la parada de rigor en el Mcdonald’s pues… de madrugada.