La verdad es que tenía algunas dudas con respecto a las
empresas que hacen este servicio, porque las opiniones en Internet suelen ser
malas casi todas, salvo las que hablan de compañías de lujo, lujo. Al final aposté por este
barco porque no parecía tan malo, pero había poca información disponible de sus
viajes “baratos”. Así que todo era jugársela.
La reserva la hice a través de Booking.es y lo que me echaba para atrás era que tenía que pagarlo todo en el acto y que no era
cancelable. Sé de sobra que muchas veces es imposible que los barcos zarpen
debido al mal tiempo y en ese casi siempre es un jaleo reclamar el dinero.
Entonces, no sabía qué hacer. Al final reservé, pero no me cobraron en
el acto, pagué directamente en las oficinas
de la empresa, justo antes de zarpar.
El precio fue de 195$ e incluía:
Todo se cumplió a rajatabla. No se dejaron ningún punto.
Crucero por la Bahía de Halong - Día 1
A las 8’00 vinieron a recogerme al hotel en una furgoneta
en la que había 8 personas más. Llevaba poco equipaje porque el resto lo
dejé en el hotel. El viaje a Halong Bay se hace muy cansado, aunque hay
una parada en una tienda enorme en la que hay servicios y un restaurante nada
caro. Aún así se tardan 3 horas en llegar y, con el tráfico de Vietnam, eso se
hace insufrible.
Cuando llegamos a la bahía, nos llevaron a un restaurante en
el que había wifi gratis. Pensábamos que allí era donde nos iban a servir la
comida, pero no. Nos dieron una carta para ver si picábamos (bastante cara), menos mal que unos
amigos que ya habían hecho este viaje me habían advertido.
Después de parar media hora allí y pagar en las oficinas con
tarjeta de crédito, vino una lancha a recogernos. Nos pusimos los salvavidas y
llegamos a nuestro barco. La empresa que lo lleva es la famosa White Dolphin,
que es más para viajes de lujo, aunque el nuestro no lo fuera.
El camarote era muy elegante, todo con decorado de época. El
baño tenía ducha y todo funcionaba correctamente. Mi camarote tenía un
ventanal que daba al mar, para poder ver la puesta de sol desde la cama. Y aire
acondicionado.
El personal hablaba perfectamente inglés y se preocupaba
porque todo estuviera a nuestro gusto. Fueron amables hasta el extremo. Incluso
preguntaron si alguien tenía algún problema con las comidas, para hacernos algo
especial.
Después de enseñarnos nuestros camarotes nos llevaron al
restaurante y allí nos trajeron los platos del almuerzo. Platos exquisitos y
abundantes. Con una gran elegancia. Lo único que no entraba en el precio del
crucero era la bebida, pero no tenía precios muy altos, a diferencia de otros
cruceros que es ahí donde se aprovechan.
Después de comer nos llevaron de nuevo a la lancha para visitar
el pueblo flotante de Vong Vieng. Allí
contrataron un viaje en barcas de bambú para cada cuatro personas y te dejaban
gorros tradicionales para que te pudieras hacer fotos.
En Vong Vieng hay 62
hogares cuyas condiciones de vida han ido mejoran gracias al Gobierno de
Vietnam y a sus esfuerzos por preservarlo como atracción turística. Incluso hay
una escuela en la que se exponen los cuadros que pintan los alumnos. Estos
cuadros luego se subastan para recaudar
más fondos para mantener el pueblo. Los habitantes han montado una cooperativa
para encargarse de llevar a los turistas en barcas y enseñarles la bahía.
Estas barcas nos dejaron en la granja de perlas, donde nos
enseñaron dónde las tenían ubicadas y cómo realizaban las joyas artesanalmente.
Allí tuvimos un problema con el personal del crucero. En nuestra reserva se
especificaba claramente que nuestro viaje incluía piragüismo, pero en el
planning no lo decían. Hablamos con ellos y nos dijeron que no, que no había
piraguas. Nosotros habíamos visto cómo metían dos en el barco mientras
estábamos esperando en la bahía, así que sí tenían. Nos vieron cara de
enfadados y llamaron por teléfono al manager. Al momento se solucionó. Mientras
el resto del grupo seguía viendo la granja nosotros podíamos volver al barco y
estar en esas piraguas, pero no nos podíamos alejar y tenía que ser poco
tiempo. Bueno, el caso es que lo intentaron solucionar y a nosotros nos
tuvieron contentos con eso. Es que el resto de los viajeros tenían otras
condiciones que no incluían la piragua, mientras que algunos sí.
Cuando iban a volver los demás, nos llamaron para que
recogiéramos las piraguas, no sé yo si era para que no se enterara el resto de
la gente y empezara a reclamar… Nos alejamos un poquito en el barco y pararon
para que nos pudiéramos bañar en las aguas de la bahía. Mala idea, no se lo
aconsejo a nadie. Nuestro baño duró poco. Estaba todo sucísimo. Hasta nos
encontramos botes de hospital en los que guardan las muestras de sangre. Ufff…
Después de ducharnos como si no hubiera mañana, del asco que
nos había dado, nos llamaron para que subiéramos a la terraza. Allí trajeron
las cartas de bebidas por si alguien picaba. Y he de decir que los precios de
los cócteles eran muy asequibles, toda una sorpresa. Además, tuvieron el detalle
de traer una bandeja con café, té y pastas gratis, para los que no quisieran
cócteles a esas horas.
Allí nos dejaron relajarnos un rato mientras veíamos el
atardecer. Un paisaje increíble. Normal que sea Patrimonio de la Humanidad. Lo malo es que necesitan
cuidarlo más, porque está todo muy sucio. Al rato vino un chico para hacer el
taller de decoración de frutas y verduras, con sandías, tomates y pepinos.
Por la noche nos sirvieron una cena imponente y nos dieron
las cañas de pescar, pero nos avisaron de que no iba a servir para mucho porque
no era la temporada. Aun así lo intentamos por hacer el tonto. Lo único que
encontramos fueron contrabandistas chinos que nos querían vender cosas desde
unas barcas. Nos avisaron de que muchos turistas les habían comprado y habían
acabado intoxicados porque venden productos caducados y en mal estado.
Y es que por la noche no había mucho que hacer en el barco.
A petición de unas chicas sacaron un karaoke y así se animó algo. Como la
bebida era tan barata, la gente no paraba de consumir y más todavía cuando vino
el manager a decirnos que empezaba la
Happy hour y todo estaba a mitad de precio. Sabían de sobra
que el barco estaba muerto en cuanto a animación e hicieron lo que pudieron con
el karaoke, incluso bailando y cantando ellos mismos para animar la cosa.
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