Durante mi
vuelo hacia Seúl recibí un upgrade a la Premium Economy Class de Lufhansa. La
verdad es que tampoco hay tanta diferencia con la clase turista, pero a todos
nos gusta recibir un upgrade de vez en cuando.
Nada montarme
en el avión, la azafata recibió a los pasajeros con un zumo de naranja. Se
agradece después de una escala larga.
Lo más
reseñable es que el asiento era más ancho, más cómodo y tenía más espacio para
estirar las piernas y para caminar por el pasillo. Mientras en Economy hay diez asientos por fila
(3-4-3), en la Premium hay ocho (2-4-2).
En la parte delantera
había un hueco con botellas de agua. Así no te tienes que levantar tú, ni tienes
que esperar a que el personal venga a traértela.
Después del
zumo, trajeron un aperitivo y bebida, y nos dieron el menú. Igualito que el que
tenían los de la clase turista. La comida estuvo bastante bien, para ser la de
un avión. Pero lo único distinto fue el título que venía impreso en el menú.
La vajilla en
la que vino era de porcelana. Sinceramente, a mí esto me da un poco de igual,
pero bueno.
Una diferencia que hay con la clase turista es que tienes un catálogo de películas
más amplio y más actualizado (o eso dicen). Y la pantalla es algo más grande.
En el lateral del asiento, había un neceser para cada pasajero. Los calcetines eran muy cómodos:
Eso sí, en el
aeropuerto no esperéis nada distinto. Los lounges están reservados para las
clases superiores (esto no deja de ser Turista) y se puede acceder a ellos
pagando aparte. Tampoco vais a
tener entrada preferente, ni nada parecido. A hacer la cola como todo el mundo.
Para mí, con
lo único que me quedo es con los asientos anchos. Que tampoco era tan raro hace
unos años en cualquiera de las clases que escogieras. Porque lo que han
reducido de espacio en todas las compañías es una
vergüenza. Y más, si es un vuelo intercontinental. Tantas horas así, es inhumano.
Aún así, el precio que tiene esta clase, que está entre Turista y Business, es
alto para lo que dan, en mi opinión.