Australia: Día 9 – Opinión del camping Gateway Lifestyle Grafton Holiday Park

El peor viaje en carretera que he hecho por Australia ha sido desde Harrington hasta Grafton. Me pilló un gran temporal que iba a tirarme del coche. No se veía la carretera, era de noche y tuve un miedo enorme. Cuando el temporal fue más fuerte, no pude salirme de la carretera y parar porque iba en medio de la autovía.

El coche que iba detrás se atrevió a adelantarme. Cuando se incorporó a su carril, lo único que vi fueron sus luces traseras girando y dando vueltas. Había estado girando sobre sí mismo para acabar boca abajo en la cuneta. Se había chocado contra una rama que había en la carretera y que, si no me hubiera adelantado, hubiera ido dirigida a mí. 😱

Me paré como pude a socorrerlos, con mucho miedo porque cualquier coche podía venir por la autovía y arrasarnos, ya que no se veía nada por la lluvia y el viento. Llamé a Emergencias (000) y nos dijeron que nos quedáramos allí hasta que fueran ellos. Por suerte, no les pasó nada a los dos chicos que salieron de debajo del coche. Solo heridas superficiales. Cuando la policía llegó, nos tomó nuestros datos y seguí mi camino hacia Grafton.

Opinión del camping Gateway Lifestyle Grafton Holiday Park

No me han tratado tan mal en ningún sitio de Australia. El temporal seguía duro cuando llegué. Encontré mi sobre con los datos de mi parcela y las llaves del baño en la caja fuerte que me habían dicho por email y dejé la campervan en su sitio.

Chorreando fui al bloque donde estaban las instalaciones del camping y cuál fue mi sorpresa cuando me encontré todo cerrado a cal y canto. Lo único que no tenía llave era la sala de lavadoras. Llamé a la dueña al número que había en la puerta de recepción para preguntarle que cuál era la clave para entrar a las salas. Y me dijo que no podía acceder porque no era clienta fija.

Le dije que estaba diluviando, estaba chorreando y lo único que quería era poder tener un sitio tranquilo para hacerme la cena y me mandó a una camp kitchen común. ¡Me quedé a cuadros! Estaba al aire libre, tan sólo tenía techo y una pared. El resto estaba abierto y la zona de barbacoas (donde tan amablemente también me mandó la señora) estaba igual, bueno, ésta no tenía ni paredes. Las ráfagas de viento eran tan fuertes que casi volaba, todo esto acompañado de lluvia. Imagínate. Como para ponerse a hacer la comida allí.

Zona de barbacoas. Foto de la web del camping http://glhp.com.au/parks/grafton/

Volví a llamarla diciéndole que era imposible estar allí por el temporal y que precisamente había elegido ese camping por las instalaciones tan hermosas que aparecían en su web. Y, es cierto, por los ventanales de la zona a la que no podía acceder se veían una cocina y un salón bastante apetecibles en las condiciones en las que estaba yo.

Su respuesta fue tajante. Que le daba igual cómo estuviera el tiempo. Que hubiera pagado más y me hubiera alojado en una cabaña. El sentido de empatía de esta mujer me dejó llorando. ¡Qué modos y qué aires! No había sido tratada así en todo el país. Lo mejor de todo es que la tía vivía allí y sabía cómo estaba porque me estaba viendo por la ventana de su casa.

Al día siguiente me fui cuando la recepción no estaba abierta aún. Al dejar las llaves en la caja fuerte le dejé una nota mostrándole mi asombro y mi descontento. Más tarde, esa misma mañana, recibí una llamada suya muy airada. Acabé colgándole. Le tuvo que saber a poco y por la tarde recibí un email. Me decía que le había sorprendido mucho que estuviera descontenta y que no lo entendía. Que tenía cientos de visitantes al año y no solía recibir quejas. Que seguramente sería porque no había estado más días en el camping y que si volvía me hacía un 15% de descuento. Pero que, volvía a insistir, no entendía mis quejas con lo buen camping que era y todos los clientes que tenía. Vamos… que se la sudaba mucho.

Por lo tanto, no puedo opinar sobre sus instalaciones porque sólo pisé la sala de las lavadoras. Fue el único camping en el que tuve baño privado, con una ensuite cabin, no muy limpia, con la toalla rasgada y echa un higo sobre la percha (que no quise ni usar) y con un frío de aúpa.