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Japón - Día 9: Dando de comer a los ciervos de Nara


Volví a la estación y me fui a Nara, pero el tren que cogí no era directo. Me equivoqué y tardó un montón en llegar. Tenía decenas de paradas y el aire acondicionado era un ventilador en el techo que ventilaba una mierda. Viva el Japón moderno 😒

Cerca de la estación de Nara entré a un izkaya que estaba superbaratisimo. ¡Una ensalada por 100¥! Hacía días que casi no probaba ni fruta ni verdura, por lo caras que estaban en Tokyo y porque no entendía una leche de los carteles. 

Fui a la barra y la camarera me señaló la maquinita para que sacara los tickets con los platos. El problema es que aquí no había imágenes, sólo kanjis que no entendía. Se quedó extrañada de que la volviera a llamar. Yo quería la oferta que había en un cartel, que ahí sí veía en concreto lo que tenían los platos y el precio. Para cada cosa de la oferta había que sacar un ticket, no era un menú ni nada. Y la tía se estaba liando un montón… Yo no entendía el problema: quiero eso, lo del cartel. Toma el dinero. Pero nada, no hubo manera. Una abuela que dijo que sabía español salió a mi rescate. Pero de español sabía lo que yo de chino, con lo cual, nada. En japanglish conseguí, por fin, comer. 


La calle principal de Nara es muy comercial, si sigues por ella durante 20 minutos llegas ya al parque, que es donde se encuentran los famosos ciervos. 





En el centro de Nara está Nara Park, que se remonta al siglo VIII. Lo más importante, además de contar con 4 monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, son sus ciervos. Más de 1200.



Según la leyenda, cuando el clan aristocrático de los Fujiwaras creó el santuario de Kasuga Taisha invitaron a un dios que vino en un ciervo blanco. Desde entonces, los ciervos han sido respetados y protegidos por la gente local como mensajeros divinos.


Estos ciervos enanos están por todas partes y hay puestecitos donde puedes comprar galletas para darles por 100¥. Son tan amables que hasta hacen reverencias con la cabeza para que les des galletas, o cualquier cosa, porque si te descuidas se comen tus mapas.


Japón - Día 9: Cómo es la visita al Fushimi Inari Taisha


Los trenes JR comunican Kyoto con Nara con trenes que salen dos veces a la hora, por lo que es muy fácil llegar. Desde Tokyo paré de nuevo en Kyoto, busqué el tren para Nara y en 45  minutos llegué.

Pero antes, hice una parada en el Fushimi Inari Taisha, que está a cinco minutos de Kioto siguiendo la vía de Nara, estación Sakuramon. 

Este  santuario, dedicado al espíritu de Inari, la diosa de la fertilidad, el arroz, la agricultura, los zorros y el éxito en general, está en la falda de una montaña. Y se hizo famoso en occidente por la película Memorias de una Geisha (aun cuando la película no representara nada de las Geishas y se viera como una ofensa en Japón).

Nada más salir de la estación verás la entrada: la puerta de Sakura. Y… a subir escalones.

Integrado totalmente en la naturaleza, el santuario consiste en miles de escalones que atraviesan unos senderos bordeados con toriis. Desde hace cientos de años, los empresarios donan toriis al templo para obtener buena suerte en sus negocios, por eso tiene miles. El precio ronda los 400.000¥ por uno de los más pequeños. En ellos aparece el nombre de quien lo donó y la fecha. ¡Los más grandes cuestan más de un millón de yenes!



Entre tantos escalones hay varios puestos de comida con el Kitsune udon en honor a los zorros (kitsune), cuyas estatuas completan el paisaje de los toriis.



Hacer el recorrido entero hasta la cima de la montaña puede llevarte entre 2 y 3 horas. Yo estuve más o menos una hora y me di media vuelta porque quería llegar a Nara. Pero sí que me pude hacer una idea  de esta preciosidad.





Es uno de los paisajes más bellos de Japón y… totalmente gratuito.


Japón - Cómo usar los Autobuses de Kyoto



La mayoría de las líneas de autobús parten y tienen como destino la estación de Kyoto. Así que puedes recorrerte toda la ciudad en ellos. Por eso, lo mejor es comprarse el pase de uno o dos días.

🚐 Importante: se entra por la puerta trasera, al revés que en España. Tenlo en cuenta a la hora de hacer la cola si no quieres morir espachurrado.


El autobús para en estas señales 


Si tienes esta tarjeta, tendremos tendrás que validarla en el primer autobús que te montes. Entras por la puerta trasera y, cuando te vayas a bajar, la validas en la máquina que tiene el conductor.  En los siguientes autobuses que te montes sólo tendrás que enseñarle la tarjeta al conductor cuando te bajes en cada trayecto.


El aparato verde es el lector de tarjetas prepago y el amarillo sirve para sacar los tickets de zona.

Si no quieres sacarte la tarjeta, tendrás que entrar en el bus, buscar el aparato amarillo y sacar el ticket. En este ticket pone el número de la zona en la que te habrás subido.

Encima del conductor hay un cartel especificando las tarifas por zonas, por lo que es muy fácil saber lo que debes pagar.


Antes de bajarte debes ir a este aparato grande que está lleno de botones y ranuras. Las dos de abajo sirven para cambiar: (3) monedas (la de la izquierda) y (2) billetes (la verde de la derecha).

Encima de la del cambio de monedas hay una ranura verde que sirve para las tarjetas prepago (4). Y en lo alto de todo hay una especie de embudo que sirve para meter las monedas para pagar con un contador digital (1).

El (5) es para dar el cambio.

Japón - Día 8: Un día en Kyoto


Desde la estación de Tokyo cogí el tren hasta Kyoto. Ten cuidado, con el JRP sólo vas a poder usar los Hikari (tarda 160 minutos) y los Kodama (4 horas). Los trenes en general son cómodos y silenciosos, por lo que uno se puede relajar y quedarse medio frito.

Una vez en la estación de Kyoto, merece la pena buscar la oficina de turismo, dentro de la misma estación. Es un poco caótica. Allí te informarán amablemente de todo. Te darán mapas, guías… y también podrás comprarte un pase para los autobuses. Con esta tarjeta puedes usarlos las veces que quieras a lo largo del día. Cuesta alrededor de 1.200¥. Gracias a esto, el metro ni lo pisé, aunque también hay pases para usar éste.

Kyoto es enorme y tiene muuuchas cosas que ver pero, como tenía poco tiempo, elegí visitar únicamente unos cuantos templos. Una lástima, porque Kyoto merece más días.

Saliendo de la estación ya verás la Torre de Comunicaciones y si andas unos quince minutos o así, podrás visitar el Templo Toji fundado en el 796. Su pagoda de cinco plantas en la más alta de todo Japón. Cada mes, el día 21 hacen un mercadillo en el templo.


  • Dirección: 1 Kujo-cho Minami-ku, Kyoto
  • 5 minutos a pie de la estación To-ji de Kintetsu Railway; parada de autobús To-ji-higashimon-mae; 15 minutos a pie de la estación JR de Kyoto (salida Hachijo-guchi).
  • Abierto todos los días de 08:30 a 16:30 horas.
  • Entrada: 500 yenes.  
De vuelta a la estación busqué los autobuses. Como no entendí nada de lo que me habían explicado en la oficina de turismo sobre los autobuses, al final tuve que preguntarle a un chico, que me llevó hasta el mío. 

Para llegar al Castillo Nijo cogí el autobús 101 que te deja en la puerta. Construido en 1603 es el reflejo del poder que tenía el sogunato Tokugawa. Sus jardines son muy bonitos. Dentro del castillo, descalzos, vi que lo más destacable eran los paneles pintados del salón principal.


  • Dirección: 541 Nijo-jo-cho Horikawa-nishi-iru Nijo-dori Nakagyo-ku, Kyoto
  • Parada de autobús Nijo-jo-mae (desde la estación JR de Kyoto o desde la estación Karasuma en la línea Hankyu Railway); estación de metro Nijo-jo-mae en la línea Tozai.
  • Abierto de 08:45 a 17:00 horas (última entrada a las 16:00 horas). Cerrado del 26 de diciembre al 4 de enero y los martes durante los meses de julio, agosto, diciembre y enero.
  • Entrada: 600 yenes 
Mi siguiente visita fue el Pabellón de Oro. Desde la entrada cogí el autobús 205, también puedes usar el 101 hasta la parada Kinkajuji-michi. Desde allí, sólo hay que seguir durante unos minutos a la masa de turistas, cámara en mano, para llegar al templo. 



Junto con Gion, fue lo que más me impresionó de Kyoto.  Está recubierto de hojas de oro. El jardín es mucho más bonito que el de Nijo, sus estanques, sus altares… todo es precioso. Y el templo en sí merece todas las fotos que se le puedan echar. No se puede entrar. Ni siquiera acercarte mucho, pero es una visita imprescindible.

Al final de la visita hay una casa de té muy acogedora.
  • Dirección: 1 Kinkakuji-cho, Kita-ku, Kyoto
  • Paradas de autobús Kinkakuji-mae o Kingaku-ji-michi.
  • Abierto todos los días de 9:00 a 17:00 horas.
  • Entrada: 400 yenes. 
Desde la puerta me dirigí hacia el Sanjusangendo. Un templo que no es tan visitado, pero que es precioso. Para llegar a él basta con coger el autobús 100 hasta Sanjusangendo-mae

Con sus 118 metros de largo, el edificio más largo del mundo, es famoso porque alberga una estatua de madera de Kannon con once caras. Es Tesoro Nacional y está rodeada de 28 estatuas de sus guardianes y mil estatuas más pequeñas. Es impresionante el paseo rodeado de estatuas.




  • Dirección: 657-Sanjusangenndo mawari-machi, Higashiyama-ku, Kyoto
  • 5 minutos a pie desde la estación Shichijo de Keihan Railway; 1 minuto a pie desde la parada de autobús Hakubutsukan-sanjusangendomae; 20 minutos a pie desde la estación de Kyoto.
  • Entrada: 600 yenes
  • Abierto todos los días de 09:00 a 16:00 horas
Desde allí llegué a Gion dando un paseo. Es un barrio tradicional donde aún viven geishas y, si tienes mucha suerte, puedes verlas pasear. Normalmente si de se dejan hacer fotos o saludar, no son auténticas. Son sólo chicas que se han disfrazado en una de las miles de tiendas de este tipo de ropa. Se han maquillado igual, tan sólo para que la gente las pare y se haga fotos con ellas. Para sentirse como si fueran estrellas por un día. Bueno, a mí me sirvió. Pillé a varias y les hice fotos. De las auténticas, sólo vi una de espaldas, que corría pasito a pasito desde una casa a otra y se escondió muy rápido.










Gion merece pasar allí bastante rato paseando entre sus jardines, visitar alguna casa de té, ver el santuario Yasaka Jinja… y descansar plácidamente después de un día tan cansado.

Cerca de Gion encontré a la abuela más vieja que he visto en mi vida. Toda encorvada y con más arrugas que una nuez, se asombró mucho de verme y le compré unos mochis bastante baratos.

Desde Gion, vuelta a la estación. No me enteré muy bien, pero de repente unos guardias vinieron a la parada y a los turistas nos montaron en otro autobús que no era el que nosotros íbamos a tomar. A toda hostia, por más que les decíamos que ese era nuestro autobús, ellos nada, que rápido, rápido, pero que nos metiéramos ya, que dejáramos de dar por saco y retrasar la cola (digo yo que diría…)

El tío llevaba razón, el bus nos dejó en la estación. Y de allí, vuelta a Tokyo.