La tarde la pasé probando la caravana por carretera antes de la tralla del día siguiente. Tenía miedo de que tuviera algún problema y que me pillara lejos. Así, si ocurría algo con ella, era rápido volver al mismo sitio donde la había cogido.
Aproveché la visita para conducir hasta Karekare. Desde Auckland la
carretera se va volviendo cada vez más serpenteante y llena de vegetación. Parece la selva. Un
paisaje totalmente distinto al de la ciudad, estando tan cerca. Y es que en
Nueva Zelanda, el paisaje cambia constantemente sin dejar de sorprenderte.
La playa de Karekare es virgen, sin explotar. Es un paraíso
alejado de turistas. Tan sólo vi algunos kiwis paseando por allí. Tras bajar
por una carretera bastante estrecha, se llega al aparcamiento, que cuenta con
WC gratis.
Atravesando el puente con un arroyo se llega en 15 minutos a
la playa, famosa por su arena negra volcánica. Aquí se han rodado películas
como El Piano y series como Xena, la princesa guerrera.
Eso sí, está considerada como una de las playas más
peligrosas del país. Así que, no pienses en bañarte. El oleaje es extremo. La playa,
preciosa, está llena de exóticas conchas que, por supuesto, no te dejan coger.