Después de ver el Monasterio Colgante, nos subieron en el autobús para continuar nuestro viaje por una carretera de montaña y disfrutar de todo el paisaje de Henshan.
Henshan es una de las
5 montañas sagradas del Taoísmo (Wu Yue) en China. Se encuentra a 62 km de
Datong.
La entrada a la
montaña cuesta 20 yuanes, que incluye la subida en minibús hasta donde empieza
el camino para subir andando hacia la zona de los templos. Pero, los templos
cuestan unos 55 yuanes. También hay un teleférico por 30 yuanes la ida, 25 yuanes la
vuelta y 45 la ida y vuelta.
Como llegué tan tarde allí, la cola para el
teleférico era enorme, así que los chinos que iban conmigo se quejaron y
decidieron subir andando hasta donde pudieran y que les devolvieran la parte
del dinero que costaba el ticket. Yo me fui con ellos, pero no entré en ninguno de los templos.
La subida es muy dura. Yo llegué hasta la mitad
porque tenía miedo de perder a los chinos y que me dejaran tirada allí y no saber volver (después de lo de Kunming, ya había aprendido la lección). Así que llegué hasta donde ellos. Eso sí, las vistas eran maravillosas.
Cuando bajamos, nos volvieron a subir a la furgoneta y nos fuimos a uno de
los restaurantes más cutres en los que he estado con visitas organizadas (hombre,
no tanto como la chabola de Guilin). La comida estaba fría, los platos sucios,
hasta los palillos estaban sucios. Menos mal que yo seguía llevando los
cubiertos de plástico del avión. Aun así, ni los chinos comieron. Tan sólo comí un poquito de arroz, no me fiaba, porque si los chinos estaban
poniendo mala cara ante los platos… y encima veía cómo sobraba muchísima
comida de las mesas… algo me decía que la comida estaba fría porque lo que le sobraba a uno se lo encasquetaban al siguiente como si nada, sin recalentarlo ni
ná.