Ruta de Senderismo – Cómo es la senda de la Cueva del Agua de Quesada

El Monumento Natural de la Cueva del Agua, Cueva de las Maravillas o Cueva de la Virgen de Tíscar, se encuentra a tan sólo 13 km de Quesada, un pueblo serrano de escasos habitantes, pero que mantiene la esencia de la arquitectura tradicional de casas blancas propias de esta zona de Jaén. Saliendo de Quesada con dirección Baza, y tras atravesar el puerto de Tíscar, tendrás el desvío indicado en la carretera A-315, en el kilómetro 47.

Cómo llegar a la Cueva del Agua de Quesada

👉 Inicio de ruta: el coche lo puedes dejar en el aparcamiento que hay a un lado de la carretera. Allí mismo verás la señalización de la senda, que sale a mano derecha. Si el parking está lleno, puedes aprovechar para subir a ver el Santuario de Tíscar, e incluso subir a lo que queda del castillo, mientras se despeja el camino de la Cueva del Agua. Así no perderás el tiempo. 

El sendero hasta la entrada es bastante corto y de escasa dificultad. Una pequeña cuesta abajo de unos 100 metros de longitud, que atraviesa zigzagueando un pinar lleno de encinas, retamas, romero y algún que otro visitante.


A mano izquierda pronto aparecerán unas escalerillas de piedra que te llevarán a la entrada a la gruta, un pequeño túnel de 10 metros de largo. Es bajo, por lo que puede que tengas que ir agachado hasta el final. Dentro se ve perfectamente, no te va a hacer falta ninguna linterna.



Al final del túnel el espacio se abre y el camino continúa descendiendo por unas escaleras que finalizan en una gran explanada desde la que podrás disfrutar de las increíbles vistas de un cañón creado por la erosión que el río Tíscar ha ido provocando en la roca del Monte del Caballo a lo largo de los siglos. 

La singularidad de este paraje también sirvió a Antonio Machado para escribir su Poema a Tíscar, quien lo visitó durante el verano de 1917 cuando trabajaba de maestro en Baeza.

En la sierra de Quesada
hay un águila gigante,
verdosa, negra y dorada,
siempre las alas abiertas.

Es de piedra y no se cansa.
Pasado Puerto Lorente,
entre las nubes galopa
el caballo de los montes.

Nunca se cansa: es de roca.
En el hondón del barranco
se ve al jinete caído,
que alza los brazos al cielo.

Los brazos son de granito.
Y allí donde nadie sube,
hay una virgen risueña
con un río azul en brazos.

Es la Virgen de la Sierra. 

La cueva está llena de estalactitas, estalagmitas, pasadizos, pilones y saltos de agua, en los que el río Tíscar sigue su curso hasta el Pilón Azul en su camino hacia la aldea de Belerda, que se ve al fondo. El entorno es tan bello que ha servido de escenario para diversos actos y espectáculos. Desgraciadamente, en el año 2017 dejaron de celebrarse debido a que el lugar no cumplía con las condiciones de seguridad necesarias. 




Hay mucha gente que llega abajo y se pierde el espectacular salto de agua de 20 metros de altura. Para llegar a él, tienes que seguir un desvío que sale del mirador a mano izquierda. Unos escurridizos escalones con barandilla te llevarán a una oquedad desde la que podrás divisar cómo cae el agua sobre un manto azul precioso. 

Al fondo, rodeada de estalactitas, se halla la pequeña imagen de la Virgen de Tíscar. Según cuenta la leyenda, durante la Reconquista ésta se le apareció al reyezuelo Mahomad Abdón, en 1319 para advertirle de que se rindiera ante los cristianos para evitar muertes en ambos bandos. Pero Mahomad decidió no hacerle caso.

Los moros que habitaban el Castillo de Tíscar creyeron que los cristianos luchaban contra ellos para recuperar la estatua de la Virgen. Para que los dejaran en paz, decidieron lanzarla desde las almenas hasta la Cueva del Agua, pero ésta siempre volvía al castillo, por más que la tiraban. Harto de la situación, Mahomad Andón la rompió con su alfanje después de haberla lanzado siete veces al vacío.

Pero Hidalgo, un escudero cristiano bastante bajito, se ofreció una noche a escalar la Peña Negra sobre la que se encontraba la fortaleza. Entró en ella y degolló a los diez centinelas que la vigilaban, hecho por el cual recibió el apellido Diez. Esta sangrienta hazaña marcó el escudo actual de los Díez, en el que aparecen las diez cabezas degolladas, acompañadas por un lucero del alba que le iluminó el camino mientras escalaba la montaña.

Cuando los cristianos entraron en el castillo, buscaron la imagen por todos lados. Al encontrarla rota, cogieron todos los pedazos y se los llevaron a Toledo para que los repararan. Pero la Virgen, por sí sola, volvió de una pieza a Tíscar, lugar en el que se le hizo una capilla en lo que hoy es un famoso santuario en el que se celebra una gran romería cada mes de septiembre. 

La vuelta se hace por el mismo camino por el que viniste, sólo que esta vez es cuesta arriba.

               🏃  Llévate agua, crema solar y un buen calzado. 
               🏃  Longitud:  menos de 1 km
               🏃  Dificultad:  fácil
               🏃  Recorrido ida y vuelta.
 
                                                                                                                               

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