Rusia: Día 14 – Mi último día en Irkutsk descubriendo la línea verde


Después de un gran desayuno en el hotel, dejé el equipaje allí gratuitamente hasta que fuera a recogerlo por la tarde y empecé mi caminata por Irkutsk. Quería darle otra oportunidad, después de la mala impresión que me había dado al principio.

Lo primero que hice fue pasear por el Mercado Central, allí había de todo. Incluso aproveché la ocasión para comprar nueces porque me gustó la bolsa en la que las echaban.


Continué caminando por la céntrica calle Uritskovo. Esta calle comercial también estaba llena de gente. Allí aproveché para hacerme una foto con una mini Torre Eiffel, que recordaba que Irkutsk era conocida como la París de Siberia.



Desde la esquina de la calle, decidí seguir una línea verde que había encontrado en algunos lugares del centro y que llevaba a diversos puntos numerados pintados en la acera. La hice de principio a fin, visitando todos los lugares por fuera, y algunos, como el museo, también por dentro. En total, medía 5 km. Su comienzo estaba en el Monumento de Alejandro III, en el Boulevard Gagarin y su final, en Sedov Street, delante de la Iglesia de Krestovozdvijenskaya. Si la recorres entera, te llevará a 30 lugares importantes en la historia de Irkutsk (calles, plazas, monumentos, iglesias...).


Tras descansar un poco en el Distrito 130, comí en el sitio que había descubierto dos días antes, frente al paso de peatones que había delante de la estatua de este distrito, y pasé la hora de la siesta al fresquito del aire acondicionado del centro comercial.



Tras el descanso, dejé atrás la línea verde para coger mi plano y explorar algunos lugares que no estaban numerados en ella. Una cosa quedaba clara: si no te salías en ningún momento de esta línea, no tendrías la oportunidad de ver el otro Irkutsk. En cuanto te salieras un poco, ya era un continuo de casas destartaladas, ratas, perros, polvo… Lo mismo que me había echado para atrás el día que llegué a esta ciudad y por lo que no entendí cómo era Patrimonio de la Humanidad si todo se encontraba en este estado. Por suerte, no todo era así. Y para eso estaba la línea verde.



Por la tarde volví al hotel para recoger mi equipaje y cogí el autobús hacia el aeropuerto, que me costó 20 rublos. Allí hice hora hasta que salió mi vuelo a Vladivostok, que hacía escala en Jabarovsk.

Un apunte: en el aeropuerto de Irkutsk no hay nada en inglés, ni lo hablan las azafatas, ni el personal. Ni siquiera la información relativa a los vuelos está en inglés. Hay que estar muy pendiente de los números y echarle un poco de imaginación con el cirílico.





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